Marcos Pastor: “ Se han olvidado los aplausos, sí, pero es que hemos olvidado todo”

Marcos Pastor, enfermero titulado en 2015, ha trabajado en el Hospital Clínico Universitario de Valladolid, en el Hospital del Tajo, en el Hospital de la Paz y en la actualidad desarrolla su labor en el Hospital de Segovia, más concretamente en el área de pediatría.

La crisis sanitaria creada a raíz del Coronavirus hizo que todo el personal médico se reinventara y pusieran todas sus energías en afrontar esa crítica y nueva situación. Pastor pasaba a engrosar esa lista de personal que, sin experiencia y sin conocimientos sobre este virus desconocido, se ponía en primera línea para mitigar todo lo que estaba ocurriendo, dando lo mejor de sí mismo.

De aquella vivencia, imposible de olvidar, ha querido escribir un relato de aquellos días, desgranando lo vivido como profesional y como persona, en un relato ameno, sin dramatizar ni entrar en el morbo, con esperanza, crítica e incluso la crónica de su propio contagio, sumándose así a la larga lista de personal sanitario contagiado. Todo ello aparece reflejado en su primer libro, que ya va por su segunda edición, titulado «Un día más, un día menos. Crónica de una pandemia en Segovia».

¿Cómo nace la idea de este primer libro «Un día más, un día menos»?

Todo empezó como una tontería, la de escribir apenas dos páginas, con notas, con alguna cosa que me dio por escribir, por si acaso. Yo no había escrito nada, nada, nada, tendría en Word una página. Yo me lo tenía callado, era una idea que tenía en la cabeza, y se lo enseñé a mi padre, que ha escrito algún libro, y le gustó la idea. No me salía escribir de ninguna manera, yo no había vuelto a escribir desde la universidad, pero mi padre me animó, y me dijo» si te lo planteas, te vas poniendo ideas y luego las vas desarrollando, te irá saliendo». Y eso hice, hacer caso a mi padre. En esa tarde me pongo un rato y cuando llevaba tres páginas se las leyó mi padre, y me dijo vamos a llamar a Pepe, de la editorial, porque es una buena idea. Me puse y en menos de un mes estaba entero, con las ilustraciones que hizo mi padre, y así quedó.

Una crónica desde la primera línea de fuego, pero que no profundiza en el drama, sino que hay esperanza, crítica y también sentido del humor.

La idea no era hacer un libro trágico para hacer llorar, ni para que la gente lo pasara mal recordándolo. Porque hay gente que lo ha pasado muy mal, que sigue en tratamiento psicológico y que sigue yendo a terapia de grupo. La idea no era profundizar y hundir a la gente, ni tampoco escribir cosas que creasen morbo, sino hacer un libro simpático, por decirlo de alguna manera, que lo pueda leer cualquier persona, porque no hace falta que sea personal sanitario. A los sanitarios les ha gustado, y a los no sanitarios también les ha gustado mucho, por lo que me han contado. Han encontrado un libro que empieza muy suave, que va ubicando y luego profundiza en el tema, con sus toques distendidos, con su humor y alguna puyita, pero sin una crítica dura contra nadie, ni siendo un libro de cachondeo. Libros de cachondeo de enfermeros ya hay muchos en el mercado, esa no era la idea, sino la de hacer un libro más realista, el día a día de un hospital, con sus ratos felices y tristes.

Es crítico en su libro con el Hospital de Segovia.

Si, la situación del hospital fue mala, nos pilló muy de golpe, sin preparación. Es un hospital muy pequeño, que no tiene capacidad de reacción. Estamos hablando de superar en cien camas la capacidad del hospital a base de huecos, el hospital de día o sillones de la cirugía ambulatoria, y todo eso significó meter camas a presión, para duplicar camas y en dos semanas tener cien camas más operativas. Lo critico de cierta manera, hay cosas que se podían haber previsto o haberlas intentado hacer antes. Creo que hay mucha gente que no ha favorecido nada, hay veces que hay gente que resta mucho, yo me quejo mucho, y me he tirado toda la pandemia quejándome, pidiendo…, pero trabajando. Yo reclamo a quien tengo que reclamar las cosas, hay personas concretas que han frenado, que no le gustaban las ideas, pero no proponían. Mejor ayudar que restar.

«Hay personas concretas que han frenado, que no le gustaban las ideas, pero no proponían»

También los medios de comunicación han recibido la crítica en su libro

Sí, no me he cortado en decírselo a ellos mismos ahora durante la presentación del libro. Sobre todo más que la prensa local, que hace lo que puede por sobrevivir, bastante tienen, pero la prensa a nivel nacional ha sido malísima, yo dejé de ver la tele, llevo sin ver un telediario desde febrero. Me parece hasta repugnante la forma en la que se daban las noticias, y solo nos hundían a nosotros, todo era machaque. Lo dije en una entrevista en El Norte de Castilla, que los medios nos tenían abrasados, era difícil estar a gusto en casa. Había una sobrecarga de información que nos machaca. No hay nada peor que venir del hospital, de doblar turno, de echar horas extras, de haber tenido tres o cuatro fallecidos y te encuentras una nota de prensa en el móvil o en el telediario, que en vez de concienciar a la gente, es machacarnos a nosotros. El tema era: han fallecido tantos, tragedias, discusiones políticas… Los medios podían haber dado un tirón de orejas a los políticos y decir así no hay quien pueda con vosotros. En España hemos sido los únicos que hemos estado peleándonos en vez de intentar colaborar.

¿Hemos aprendido algo después de todo lo ocurrido?

Yo creo que hemos aprendido a trabajar, al menos en situaciones de tensión, no es que haya sido mucho, al final han sido dos meses muy fuertes, y luego un descenso muy rápido. Pero por lo menos ahora tenemos, no una formación, pero sí una forma de trabajar, que antes no teníamos. Si esto nos pilla otra vez, aunque no seamos los mejores, ni los que más conocimientos tengamos, ni los más indicados, pero podremos resolver la situación, mejor o peor, pero resolver. Al principio esto no lo teníamos. No sabíamos trabajar, hay personas que están formadas, es otra de las críticas de mi libro, cómo es posible que haya muchas formaciones en el sistema sanitario, y en vez de usar esa gente para enseñarnos, no se sabe nada de ellos y son apartados. No será el caso de Segovia, pero en Madrid seguro que hay cientos de personas con formación y experiencia que podrían haber dado un paso adelante y no fue así. Un médico, un enfermero y cuatro militares que no tengan formación sanitaria, pero que hayan estado en contacto con el ébola, y que te digan «allí lo hacíamos así», y eso nos habría resuelto mucho, porque en ese aspecto no hemos tenido ayuda.

¿Estamos preparados para esa segunda ola, que ya empezamos a vislumbrar?

Lo bueno de nuestro hospital es que lo vivimos tan mal que volver a vivirlo tan mal es difícil, fue tan trágico que ahora lo normal es que sea más suave. Aunque la verdad es que la irresponsabilidad de la gente nos lo está poniendo difícil. Por lo menos tenemos los medios montados, que eso es un avance tremendo, el salón de actos está preparado con sus tomas de oxígeno y vacío, la cafetería, el hall que está entre la cafetería y el salón de actos, que estuvo preparado en una situación de desesperación, está preparado todo. Si de un día para otro hay que abrir, se puede abrir, si vuelve podremos actuar con más rapidez, poder anticiparnos y eso resuelve antes la situación. Ya conocemos un poco por donde van los tiros, esta vez nos vamos a poder adelantar un pasito.

«La irresponsabilidad de la gente nos lo está poniendo difícil»

¿Cuál fue el día más duro?

Tengo varios, uno de ellos fue en la primera semana de ingresos de verdad, que me dijeron «te tienes que quedar a doblar turno», fue una pregunta-sugerencia. Ese día fue duro, porque significaba que se estaba yendo de madre. Es un día en el que tú llegas, tienes muchos pacientes, pero solo tenías ocupada una planta del hospital, un octavo del hospital, y de repente te dicen «necesito que te quedes, porque tenemos gente en urgencias que hay que meter en habitaciones». Y a las tres de la tarde salgo de mi turno en un ala en la tercera izquierda y salí para la tercera derecha, que ya estaba vaciada y preparada, esperándome para que les enseñáramos cómo estábamos trabajando. Ese día fue duro, era ver que todo estaba peor de lo que nos imaginábamos. Lo que estaba pendiente de ingresar ya empieza a abarcar esto entero, y en dos días será el doble. Otro día en el salón de actos, a un paciente le pusimos al teléfono de la unidad, en los que intentamos dar un respiro a los pacientes y que pudieran despedirse de los familiares. Marcamos el teléfono de la familia y le pusimos con la familia, era muy negativo y siempre estaba diciéndonos «yo creo que me voy a morir, estoy mal», y nosotros le picábamos, no puedes decir eso a tu familia, a tu mujer tienes que decirle cosas bonitas y el solo dijo a su mujer, «solo te puedo decir que te quiero mucho», y estamos hablando que al día siguiente falleció el hombre. Tenemos todo eso ahí taladrado, sabíamos que estaba mal, y era evidente que iba a fallecer. Estaba llorando, nosotros le cogimos el teléfono para hablar con su mujer, esa era su despedida. También otro caso de alguien que tiene a su hijo ingresado, y nosotros hablando con la familia, y de repente te dicen que su hijo está ingresado en tal sitio y está mal, pero no le digáis que está mal. ¿Cómo le animas?. Esas cosas te van tocando día a día, eso es duro. Si nosotros no estamos en condiciones, cómo vamos a dar el cuidado que necesita esta gente.

Hubo mucho e intenso trabajo médico, pero también psicológico.

Si, aparte del trabajo médico casi ha sido el 20 por ciento, a fin de cuentas no teníamos ni idea de esto, no sabíamos nada. Íbamos detrás de la enfermedad, Italia lo tuvo antes y era como nuestro referente. Italia ha trabajado muy bien y nosotros en España también pero ellos iban un paso por delante, de dos semanas de haber probado cosas. En la terapia médica no había más opción, pero el acompañamiento de gente que estaba sola si. Me acuerdo que había un paciente joven que nos dijo «estos diez minutos que entráis a darme la medicación son los únicos diez minutos que tengo compañía, y no sabéis lo duro que se me está haciendo, y llevo 15 años en hospitales con un cáncer, con quimioterapia… «. Y después de todo esto te dice, que se le está haciendo horrible una semana en el hospital, y yo le dije te prometo que todos los días cuando termine el turno me paso 10 minutos a verte, para hablar contigo, de mi tiempo. Tengo la cara de él grabada, yo entraba, hablaba con él, se desahogaba, te preguntaba como estaba otra gente. ¿Que hacemos? No podemos hacer otra cosa, salvo apoyarles estar a su lado, hemos estado agarrando a la gente de la mano mientras fallecían. Tengo la imagen de una compañera acariciando la cabeza de un señor, otra compañera agarrándole la mano y yo la otra, porque sabes que le quedan cinco minutos, te aprieta la mano, hace algún gesto, pero sabes que se está muriendo. En ese sentido tenemos la conciencia muy tranquila, médicamente no hemos podido hacer más, pero en la parte psicológica hemos respondido muy, muy bien, y eso es lo que peor llevo en mi cabeza, las caras de la gente, a los familiares decirles no podéis entrar.

¿Hemos olvidado muy rápido esos aplausos de las 20:00 horas en los balcones?

Hemos olvidado muy pronto todo, los aplausos, las medidas preventivas, las ganas de avanzar, hemos olvidado todo. Ya van varios videos y relatos de gente de cómo han tratado a personal sanitario en urgencias, en los que les insultan, se ponen incluso violentos, hemos vuelto a la normalidad. En lo que pensamos es que es un mega servicio privado solo para nosotros. Hemos olvidado todo, si la gente no tiene miedo, te encuentras gente en tumultos, conciertos, plazas de toros, aquí en el centro de Segovia sin mascarilla o gente que ha dado positivo y se van de comida familiar, se han olvidado los aplausos, sí, pero es que hemos olvidado todo.

«Hemos olvidado muy pronto todo, los aplausos, las medidas preventivas, las ganas de avanzar, hemos olvidado todo»

Hemos sacado durante mucho tiempo pecho de que tenemos el mejor sistema sanitario del mundo, ¿realmente es así?

El sistema de salud fue el mejor, yo lo pondría en pasado, fue el mejor del mundo con bastante holgura, y ahora no lo es. Por mucho que queramos presumir, tenemos un sistema sanitario un poco carente, tenemos problemas de formación, de recursos humanos y materiales, son problemas a los que no se ponen soluciones. Construir un hospital no es barato, pero no podemos dejar abandonadas cosas que estaban preparadas. El abandono aquí del Policlínico se hizo porque ahorras mucho dinero, era un sitio que estaba preparado para haber albergado cosas que ahora están en el hospital, dejando camas libres, dejando espacio para otras cosas, en vez de concentrar todo, y así en toda España. No es posible que tengamos solo una UVI móvil para toda la provincia de Segovia. Cómo va a ser el mejor sistema, ya no hablo de la atención primaria, porque al final los médicos de familia tienen una labor muy grande de prevención y diagnóstico rápido. Eso se abandona en seguida, es lo más caro,  pero la  atención de urgencia, que es la más efectiva está abandonada, no podemos decir que tenemos el mejor sistema ni de lejos y desde hace mucho tiempo. Es una red hospitalaria muy limitada, hay muchas carencias de formación, y de no saber aprovechar la formación que nosotros mismos nos hemos pagado.

En su relato no solo nos cuenta cómo fueron aquellos días de trabajo, sino también su historia personal, pasando usted mismo a engrosar las listas de personal sanitario contagiado.

Si, el libro al final es un relato personal y profesional. Tengo notas como la infección de mi madre, o cómo me infecte yo, que di un falso negativo, y seguí trabajando encontrándome mal. Podemos hacer una crítica fácil de que hemos sido descuidados en materia de EPIs, al principio teníamos material de sobra y se estaba infectado la gente, pero el hospital no estaba preparado en circuitos de limpio y sucio, y no estaba preparado en ciertas medidas de limpieza más exhaustiva, no estaba organizado en materia de poder propagar el virus, que luego ya se han hecho y se han puesto en el protocolo. Tonterías como limpiar el teclado del ordenador, que le usa uno contagiado, y viene detrás otro que se infecta, ahí podemos habernos infectado la mitad de personal. No lo teníamos metido en la cabeza, es una falta de conocimiento de causa, tampoco se puede echar la culpa solo a los materiales, tampoco sabemos cuánto tiempo llevaba el virus. No me gusta insistir en eso, me quedo con el hecho de aprender, más que para estar ahora machacando.

El próximo martes, 1 de septiembre se realizará de 11:11 a 14:00 horas, en la librería Entre Libros, una firma de ejemplares con el autor del libro, Marcos Pastor.

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